martes, 17 de marzo de 2020

Inicios del Colegio


Mérida acoge a los Salesianos: 11 de octubre de 1949


Después de la llegada a la pintoresca ciudad de Táriba (Edo Táchira) en 1915, y a Valera (Edo Trujillo), en 1927, sería Mérida la tercera ciudad de los Andes Venezolanos en acoger a los Salesianos el año 1949. La ciudad de Santiago de los Caballeros de Mérida, fundada en 1558, a los pies de la inmensa Sierra Nevada, se alza en una meseta al lado del profundo e impetuoso río Chama, rodeada de altas y rocosas montañas. Sus hijos, de recia fibra y amantes de su tierra, de corazón creyente y firme tradición católica, recibieron a los Salesianos el 11 de octubre de 1949.

Los Salesianos se establecieron en la zona de la ciudad conocida como La Otra Banda, al lado de la hoy urbanización de Los Sauzales y Avenida Los Próceres, y frente a las lomas de ‘San José de las Flores’ y de la ‘Virgen’, y al camino que conduce hacia El Rincón.

Los Hijos de Don Bosco adquirieron y se establecieron en La Hacienda “La Esperanza”, perteneciente a la familia Salas. La hacienda se encontraba en los alrededores del trapiche de “Don Pancho”, rodeada de tablones de caña de azúcar, de plantaciones de lechosa, de colmenas; y estaba poblada, en los linderos y canales, con inmensos y vetustos árboles, cubiertos, a su vez, con abundante y llamativa “barba ‘e palo”. Desde La Hacienda se admiraba la grandiosidad de los Picos El Toro y El León y la cima del majestuoso Pico Bolívar. Allí los Salesianos fundaron el Colegio San Luis, que acogía alrededor de un centenar de alumnos internos —en el momento de la fundación apenas eran seis humildes hijos del pueblo— procedentes en su mayoría de los pueblos del Estado Mérida, más un pequeño grupo de externos, provenientes de las zonas aledañas, sobre todo El Rincón




P. Tomás Foronda: fundador y primer director.
La vieja casona de la hacienda


El iniciador de la Obra, y primer director, fue el joven sacerdote Padre Tomás Foronda, con la ayuda del hermano salesiano Aureliano Albornoz. El P. Foronda falleció el 22 de diciembre de 1952, mientras era Director del Colegio San Luis, a causa de una fulminante pulmonía, tras un paseo a la montaña, en las inmediaciones del Páramo de los Conejos, donde había acompañado a los alumnos en busca de ‘musgo’ para adornar el pesebre navideño.


Frisaba en ese momento los 41 años, y a su muerte muchos lo consideraban como un santo. En su tumba del antiguo cementerio siempre había flores frescas depositadas por corazones agradecidos.

Al Padre Foronda le sucedieron como Directores, en esos primeros tiempos de la antigua casona, los Padres León D’Agostini, José Berno (el pasado 24 de febrero de 2010 acaba de cumplir los 99 años), y el Padre Pío Farina. El P. José Valero, merideño de pura cepa, compartió también estos primeros años fundacionales, juntamente con los Hermanos Otto Calvi y Sebastián Pagliero, y algún joven salesiano, como es el caso de quien escribe este ensayo, quien durante los años 1958-1960, cuando Mérida celebraba el Cuatricentenario de su fundación, tuvo en suerte realizar su experiencia de vida salesiana en el San Luis de la vieja casona. 

Aquellos tiempos, en los que el colegio conformaba una familia, son ciertamente, indescriptibles. Allí se compartían preocupaciones, trabajos y alegrías. Las jornadas comenzaban antes del amanecer y concluían cuando los muchachos dormían y los Salesianos terminaban de corregir pruebas y tareas, y preparaban las clases para el día siguiente.

Extracto del Libro Los Salesianos en Venezuela del P. Amador Merino, SDB. en: http://bibliosalven.com/attachments/article/128/Los%20salesianos%20en%20Venezuela%20(libro%20de%20Merino%20I).pdf


P. Tomás Foronda en los inicios del Colegio San Luis. (Fotografía Archivos del Colegio San Luis)

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